05 diciembre 2007

Cinco Piedras


Se dice que las piedras no tienen forma determinada, pero ocurre siempre cuestiones en la vida que hacen que las flores florezcan y que los campos se llenen de ellas. Esta es la historia de una noche y una forma de tocar el sentir de la naturaleza.
Había sido tarde ya, cuando acostumbrado a seguir la rutina y de tanto agobiado por el tedio y la forma robótica de vivir en la ciudad que casi sin sentido caminé hacia algún lugar y sin darme cuenta llegue hacia la orilla del mar, después de haberme perdido por callejones y pistas de alguna ciudad. Escuche de pronto una voz;
“El viento siempre sopla hacia la orilla…”



Sin entender mucho deje que pasara por alto tal mensaje. Ya en la orilla volví a sentirme solo y deprimido y llore por la vida sin amor y sin motivo suficiente para seguir de esa manera. Fue entonces que volví a escucharla. Una voz tan sencilla y dulce, como cuando escuchas las ultimas palabras de aquel cuento que te narraban antes de dormir, o como cuando caes en coma y la voz de alguien amado te llama para que vuelvas en si, así la escuche y ella me decía; “El viento siempre sopla hacia la orilla…” Estaba preocupado al pensar que me podría volver loco en ese mismo instante. Me senté, pues estaba sin fuerzas y mis ánimos cada vez se alejaban de mi ser. Escuchaba atento las olas y el viento y aquel estrépito de la caída del agua de mar que me dolían en el fondo del alma como si fueran a introducirse en mi pecho de a pocos, como cuando estas debajo de un caño mal cerrado durante varios días y las gotas van perforando tu piel y luego tus músculos y tus huesos…Me dolía el alma. “El viento siempre sopla hacia la orilla…” repetía esa voz, y yo cansado de no entender nada de esta vida me levante y erguido lance fuerte mi grito: “que quieres de mi…! que buscas!… explícate…!” Mientras sentía como el viento me empujaba hacia el suelo, volvieron a repetir lo mismo y sentado ya, miré hacia el horizonte y cerré los ojos. Al abrirlos de nuevo me di cuenta que eran las olas que me susurraban esas palabras. Entendí así el lenguaje del mar y empecé a comprender su sentido. “Pero que deseas de mi?”- les dije y escuche atento sus palabras: “el viento nos empuja hacia la orilla siempre por una razón…” suspire y empecé a sumergirme de a poco mientras sonaban las palabras en cada ola que se rompía. “Siempre te esperamos, Jozef , por que eres parte de aquí”. Acongojado por el mensaje me arrodille mojando todo mi cuerpo mientras tanto me seguían explicando: “Siempre te buscamos en la orilla para que vuelvas a nosotros… y ahora nos necesitas… debes venir…” Ya no sentía mi cuerpo y aquel viento que me empujaba dejó de golpearme fuerte y sentí como me iba transformando mientras me sumergía hacia el fondo caminando. No se si caminaba encima del mar o debajo, ya no era el mismo de antes. Y me volví ola y me sentí mar. Fui agua y estaba allí como volando. Olvide lo que era y con ello el mar lavo mis penas y solo fluí, y me sentí feliz. El viento sopla siempre hacia lo orilla, recordé. Pero yo seguía avanzando hacia el fondo.
Así sucedió que aquellos que me vieron desaparecer ese día vieron también una ola grandiosa, una gigantesca ola del mar que surgía de a pocos y se elevaba. Pero lo más grandioso fue que esta ola de pronto se veía diferente a las demás. Era yo y estaba avanzando hacia el fondo… Así, los que pudieron verme aquel día se admiraron de la ola que iba en dirección opuesta a las demás. Mientras se escuchaba el estridente de mi movimiento me iba alejando de la orilla hasta donde nadie me pudo ver más.
Mi vida se traslado hacia el fondo de algún mar y con ello mi espíritu descansó.
Pero mis pasos en ese lugar hicieron algo maravilloso. Mientras me movía hacia el fondo muchas piedras veía y muchas de ellas se resistían a mi movimiento. Solo cinco de todas ellas me acompañaron en mi viaje hasta el muy lejano. Y con mucho sentimiento se labraron esas piedras en letras que forman mi nombre. Y ellas se esparcieron por muchas orillas y muchos lugares. Así sucede que cuando alguien encuentre la piedra en forma de z, o cualquiera otra, tendrá parte de mí y comprenderá que su llegada a esa orilla tiene un sentido y un fin. Yo le buscare y antes de mi desaparición total le daré mi amor y parte de mi alma a aquella persona que me posea en una letra y luego de haberlas juntado todas llegare a conocer la verdad y me uniré a la esencia del todo, pues ese es mi destino y mi intención final.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Buscaré las piedras si así podré quedarme con un pedacito de ti.
Un besito

Anónimo dijo...

Buscaré las piedras si de ese modo podré quedarme un pedacito de ti.
Un beso

José Carlos Chávez Torres dijo...

Como siempre pense eres una de esas raras personas que siempre tiene algo honesto e inspirador que decir .....sigue asi........¿tu has sido escritor en otra vida no? ............dicen que el viaje mas largo es el que se hace al interior de uno mismo......... hay que seguir descubriendose .......o dejarse descubrir .....eso y escribir con franqueza son dos cosas que haces muy bien

Anónimo dijo...

Buen argumento che, seguí poniendo mas

Anónimo dijo...

Joe:

Recien vi tu página. Sé que eres muy especial, una persona tan sensible y que tiene tanto para dar.
Sigue en ese camino, está muy bonita la historia.
Susy

Utopía dijo...

Firmo otra vez, aunque lo haya hecho ya tres veces.
Cuídate mucho.
Un beso

José Carlos Chávez Torres dijo...

hola ....por si no sabes quien soy yo.......te felicito porque escribes muy bien hermano........espero nos encontremos pronto....espero tus comentarios en mi blog y saludos...........algun dia nos juntaremos como antes........en san marcos......en letras con la gente del 2a...........bye

Utopía dijo...

Me animas a seguir, y sin embargo eres tú quien ha puesto una pausa aquí. He regresado a estos lares, ¿te veré por aquí?
un beso

Unknown dijo...

me encanto visitarte aca y leer esto...
me mueve mucho.

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